Un día al amanecer, me encontraba escondida entre matorrales costeros en una reserva natural de Baja California. Guardaba silencio y escuchaba atentamente el canto de las aves.
De repente, apareció un hermoso colibrí con plumas radiantes, hice click para lograr fotografiar su belleza e identificar el tipo de colibrí que era.
En ese momento entendí que el arte y la contemplación de la naturaleza puede ser una puerta que conecta con la conciencia ambiental.
Colibrí pico corto. Foto por Brenda Marisol Núñez
Las aves han sido estandarte de la conservación ambiental y no es de extrañar pues son indicadores de la salud de un ecosistema, además inspiración de libertad, belleza y musicalidad. En la reserva natural Punta Mazo en San Quintín, Baja California realice una residencia con la organización medio ambiental Terra Peninsular. Ahí, aprendí de cerca cómo combinar la conservación ambiental, el arte y la contemplación de la naturaleza. Un ejemplo claro fue participar en la organización del 6to Festival de las Aves de San Quintín, en donde entre otras cosas como el maratón de observación de aves gestionamos la exposición artística “Travesía” en donde naturaleza, creatividad y conciencia ambiental reunieron a cientos de personas.
Foto por Terra Peninsular
Galería al maratón de observación de aves
Foto por Terra Peninsular
Galería a la exposición "Travesía"
Realizar observación de aves en mi práctica como investigadora de educación ambiental me hizo percatarme de la importancia de la contemplación para despertar amor hacia la naturaleza. No solamente se trata de conocer para conservar, pues, no se puede cuidar ni amar lo que no conoces, sino que es una forma de conectar con lo esencial. Bajar el ritmo en un mundo acelerado, practicar la presencia y de incluso dejarte llevar por la inspiración y hacer arte.
Foto por Brenda Marisol Núñez
Para finalizar te invito a cuestionar ¿cómo integrar aquello que no nos permitimos sentir? En el arte como en la contemplación de la naturaleza se muestra lo que muchas veces es invisible: la fragilidad de un río, el susurro de los árboles, el canto de las aves que te invitan a despertar de la desconexión de lo que somos.
Esta es una invitación a practicar la presencia y la gratitud de lo que esta ahí esperando a ser contemplado: un árbol, una flor, una nube o el sol. En lo personal, así nace la educación ambiental desde el permitirte ser y hacer en armonía con la naturaleza y recordar que somos lo mismo en unidad.
Fotografía por Brenda Marisol Núñez
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