A veces creemos que ir al psicólogo es solo para cuando “algo está muy mal”, como si tuviera que pasarnos una tragedia para merecer acompañamiento emocional. O pensamos que es algo que solo pueden pagar quienes tienen mucho dinero o mucho tiempo libre. Pero ¿y si te dijera que ir a terapia no es un lujo ni una última opción, sino una de las formas más poderosas de autocuidado?
En nuestra vida diaria enfrentamos muchísimas cosas: decisiones importantes, relaciones complicadas, inseguridades que no sabemos de dónde vienen, estrés que se nos queda atorado en el cuerpo. ¿Quién nos enseña a lidiar con todo eso? Spoiler: nadie. Y por eso el acompañamiento psicológico se vuelve tan valioso.
Un psicólogo o psicóloga no te dice qué hacer con tu vida, no es una figura de autoridad ni alguien que te “arregla”. Es un espacio seguro donde puedes ser tú sin filtros, donde te escuchan de verdad y te acompañan a conocerte mejor. A veces la terapia es confrontante, sí. Pero también es profundamente liberadora.
Hay cosas que no podemos resolver solas. No porque seamos incapaces, sino porque a veces necesitamos a alguien fuera de nuestra historia para ver con más claridad. Alguien que nos refleje, que nos haga preguntas clave, que nos sostenga cuando estamos cansadas de sostenerlo todo nosotras.
Tener apoyo psicológico no es señal de debilidad, al contrario: es un acto de valentía y amor propio. Pedir ayuda requiere coraje. Mirarte con honestidad también. Y darte el permiso de sanar, aún más.
Si alguna vez has sentido que “deberías poder sola”, te invito a cuestionar esa idea. Acompañarte no es rendirte, es cuidarte. Y todas merecemos eso.
Ir a terapia es una forma de decirte: “Estoy aquí para ti. No tienes que cargar sola con todo esto”. Y créeme, eso cambia la vida.
¿Cómo elegir terapeuta?
Una mini guía para empezar sin miedo
Si ya estás considerando buscar terapia, aquí te dejo algunas claves para elegir bien:
🔹 Busca un profesional titulado: Asegúrate de que sea psicólogo/a con cédula profesional. Si te interesa alguna corriente específica (como terapia cognitivo-conductual, humanista, psicoanálisis, etc.), pregunta si tiene formación en ella.
🔹 Haz una sesión de prueba: No tengas miedo de "entrevistar" al terapeuta. La primera sesión también es para que tú sientas si hay conexión, confianza y comodidad.
🔹 Siente tu cuerpo y tus emociones: ¿Te sientes enjuiciada o comprendida? ¿Puedes hablar con libertad? ¿Te sientes segura? Tu cuerpo muchas veces sabe antes que tu mente si ese espacio es para ti.
🔹 Revisa sus valores y enfoque: Si es importante para ti que tenga perspectiva de género, enfoque inclusivo, conocimiento en trauma o espiritualidad, ¡pregunta! No hay una sola forma de hacer terapia, y tú mereces sentirte bien con el enfoque elegido.
🔹 Cuida tu bolsillo, pero no te quedes sin apoyo: Hay opciones accesibles: universidades, clínicas comunitarias, espacios de bajo costo o psicólogos en formación supervisada. No te detengas solo por lo económico.
🔹 Recuerda: si no te sientes bien, puedes cambiar: Ir a terapia no es comprometerte de por vida con una sola persona. A veces toca hacer varios intentos antes de encontrar a quien de verdad te acompañe como lo necesitas.
La terapia no te quita los problemas, pero sí te da herramientas para enfrentarlos desde un lugar más fuerte, más consciente, más tú. Si estás pensando en buscar ayuda psicológica, este puede ser el mejor regalo que te des este mes (o este año, o esta vida entera).