Erase una vez un estetoscopio parlante, hablaba, cantaba y gritaba por su campana. Hablaba y hablaba sin parar, repetía por sus olivas todo lo que escuchaba de los corazones, pulmones y abdomenes, a veces eran ruidos rítmicos, otras arritmias, meteorismos o peristaltismos, escucho tantas cosas y casos que su lengua se trababa y entre tanto parlar el estetoscopio educó al oído, y el oído al cerebro que aprendió a escuchar al corazón y darle mérito en sus opciones así los cuatro se hicieron uno solo y juntos vivieron por siempre salvando vidas.
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