Hay películas que definen una época sin proponérselo. Trainspotting (Danny Boyle, 1996) es una de ellas. No se conformó con retratar la decadencia: la volvió rítmica, sudorosa, llena de beats y contradicciones. Ambientada en una Edimburgo de ladrillos húmedos y juventud quebrada, la cinta sigue a un grupo de amigos hundidos en la heroína, pero también en la desesperación de una década que —al menos para ellos— no prometía futuro.
La narrativa, cargada de ironía, se desenvuelve a través de Mark Renton (Ewan McGregor), un antihéroe que escapa del sistema y de sí mismo. Su voz en off es más que un recurso: es un manifiesto generacional. “Elige la vida”, dice, con la desgana de quien ha visto pasar de largo la esperanza.
Y es ahí donde la música hace su entrada.
No como fondo. Como latido.
Un soundtrack que captura la pulsión de los 90
La selección musical de Trainspotting es un archivo emocional de la década. Iggy Pop, Lou Reed, Underworld. Cada track es un golpe. Un loop. Un sudor frío.
Pero más allá del rock alternativo, hay una presencia subterránea que define el tono: la música electrónica británica, el techno, el acid house, el trance que venía sonando desde los raves ilegales de fines de los 80 y explotaba en los clubes de los 90 como válvula de escape de una juventud desclasada.
La canción “Born Slippy .NUXX” de Underworld no solo se volvió icónica, sino que tradujo en sonido lo que Boyle ya hacía con la cámara: un vértigo. Un viaje. Una elección entre el delirio y la resignación.
En ese momento, en ese Reino Unido pre-digital, la música electrónica no era moda: era resistencia. Era la nueva droga. Era comunidad, sudor, éxtasis, política implícita.
Trainspotting como espejo
No se trata solo de una película sobre adicción. Es un ensayo visual sobre un tiempo enfermo de sí mismo. La caída libre de una generación sin promesas. Pero no lo dice con solemnidad: lo dice bailando.
Y por eso sigue vigente. Porque habla desde ese punto exacto donde el cuerpo se cansa y la mente corre. Donde la música no adorna: empuja.
Como en la vida. Como en el arte.