La Glorificación del Narcisismo Espiritual en la Espiritualidad Moderna
Espiritualidad para alimentar el ego.
En la era de las redes sociales y la expansión de la espiritualidad New Age, hemos visto un fenómeno preocupante: la glorificación del narcisismo espiritual. Este concepto describe cómo algunas personas se apropian de prácticas espirituales no para un crecimiento auténtico, sino para alimentar su ego, buscando admiración y validación externa. Al hacerlo, distorsionan el propósito profundo de la espiritualidad, convirtiéndola en un medio para resaltar su "superioridad" y especialidad.
Pero primero que nada vamos a definir qué es el narcisismo espiritual, bueno pues es la tendencia que presentan algunas personas a utilizar sus creencias y prácticas espirituales para construir una imagen de sí mismos como seres superiores, poseedores de conocimientos exclusivos o dones especiales. Aunque la espiritualidad debería promover la humildad, la conexión profunda con el todo y el servicio desinteresado, el narcisismo espiritual pone el énfasis en el yo individual. Estas características las vemos en todos los espacios espirituales, pero son muy claras en las llamadas semillas estelares, dónde se asegura que son descendientes de razas o linajes especiales y espaciales o personas que se describen como el único canalizador/a de algún maestro ascendido, ángel o entidad espiritual, reforzando así la idea de ser especiales, superiores o diferentes a los demás.
Entre sus características más comunes se encuentran:
Búsqueda de validación: El narcisista espiritual puede compartir constantemente sus conocimientos o experiencias místicas, buscando aprobación de su audiencia.
Sentimientos de superioridad: Se puede llegar a creer que tienen una conexión única o privilegiada con lo divino, excluyendo a otros de su círculo espiritual.
Desconexión de la realidad: A veces, este tipo de narcisismo lleva a una desconexión con las necesidades reales de las personas, pues la atención se centra en el ego y no en el bienestar colectivo.
Manipulación emocional: Usan la espiritualidad para manipular o controlar a los demás, convenciendo a otros de que tienen acceso exclusivo a la verdad.
El auge de las redes sociales ha amplificado este fenómeno. Muchas personas han comenzado a compartir contenido sobre sus “experiencias místicas” y “canalizaciones” sin un verdadero entendimiento del impacto de sus palabras en los demás. Al hacerlo, alimentan la ilusión de que la espiritualidad es algo que se debe vender, compartir o exponer para ganar seguidores.
A lo largo de los años, hemos visto a algunos líderes espirituales utilizar sus plataformas para promover una imagen de “elevación espiritual” que no necesariamente está alineada con la verdadera práctica espiritual. Esta glorificación de la espiritualidad como un camino hacia la superioridad personal está desviando la esencia del autoconocimiento, que debería centrarse en la integración del ser y la humildad.
En este camino es muy importante cuestionar y reflexionar sobre nuestras propias motivaciones dentro del camino espiritual. Si nos encontramos buscando constantemente la validación externa o construyendo una imagen de nosotros mismos como “elegidos” o “superiores”, es esencial detenernos y reexaminar nuestros propósitos. La espiritualidad auténtica es aquella que nos permite crecer como seres humanos, reconociendo nuestra interconexión con los demás y con el universo.
Algunas prácticas que pueden ayudarnos a contrarrestar el narcisismo espiritual incluyen:
Humildad y servicio: Practicar la humildad y enfocarnos en el bienestar colectivo más que en nuestro propio ego.
Autocuidado consciente: Abrazar la espiritualidad como un medio para sanar y equilibrarnos, no como una herramienta para destacar o manipular.
Autocrítica constructiva: Reflexionar sobre nuestras motivaciones espirituales y estar dispuestos a corregir cualquier comportamiento que no sirva al bien mayor.
Ya para ir cerrando este tema, la espiritualidad debe ser una vía para el crecimiento interior, no una plataforma para alimentar el ego. Al integrar prácticas espirituales de manera consciente y auténtica, podemos devolverle a la espiritualidad su verdadero propósito: el de elevar el alma y contribuir al bienestar colectivo.
Marcela Ferriño.