En el cielo, la Luna se oculta bajo la sombra de la Tierra y resurge vestida de rojo. Este 7 de septiembre, no es solo un fenómeno astronómico: es un espejo de lo que ocurre dentro de nosotros. Este eclipse total en Piscis nos recuerda que toda luz también tiene su noche, y que en la oscuridad se revelan verdades que en la claridad cotidiana preferimos ignorar. Y aunque no lo podremos ver en México por qué el evento ocurre durante nuestro día, definitivamente vamos a sentir el impacto energético
Ahora, piscis es el signo de lo místico, lo intangible, de lo que fluye y se disuelve. Bajo su influencia, este eclipse nos invita a detenernos y preguntarnos:
¿Qué emociones sigo cargando que ya no me pertenecen?
¿Qué parte de mí se aferra al pasado como si soltar fuera perder, cuando en realidad soltar es liberarme?
Los eclipses siempre marcan finales. Son lunas llenas intensificadas que sacan a la superficie lo oculto, obligándonos a mirar de frente lo que evitamos. En Piscis, esa revelación no es racional ni lógica: es profundamente emocional, siendo piscis un signo de agua y atado por lo tanto al campo emocional e intuitivo. Es un mar interno que nos confronta con nuestra vulnerabilidad, con lo que duele, con lo que anhelamos sanar.
Tal vez notes estos días un cansancio extraño, una nostalgia repentina o una sensibilidad que no puedes explicar. No es casualidad: el eclipse toca fibras colectivas. Nos hace sentir que una etapa se termina, que algo en el alma pide despedirse. No es un fin abrupto, sino una disolución suave, como cuando el agua borra las huellas en la arena.
Este es un buen momento para cerrar los ojos y rendirte al silencio. No necesitas tener todas las respuestas, ni entender con la mente lo que el corazón ya sabe. Permítete llorar si lo necesitas, agradecer lo que se va y bendecir lo que llega. El eclipse en Piscis no nos exige control, sino confianza: recordar que incluso en la sombra, la Luna sigue ahí, intacta. Lo mismo con nosotros, a pesar de todas las noches oscuras del alma nuestra escencia sigue estando completa.
La catarxis (; de este tiempo se siente como un océano: primero nos revuelca, luego nos enseña a flotar y, finalmente, nos devuelve a la orilla transformados.
Marcela Ferriño Morillón.