En cada canción que escuchamos, nos topamos con curiosidades y grandes historias, expresiones personales y colores sonoros sorprendentes, pero… ¿alguna vez han escuchado sobre el “groove”? Asumo que la mayoría de los músicos conocemos el termino, o tenemos alguna noción de ello... ¿pero como definimos realmente este concepto?
La definición más “sencilla” y completa, la que encontré en el portal future learn:
"Groove" o "groovy" como verbo o adjetivo/adverbio se utiliza para expresar una experiencia específica con la música. La naturaleza de estas experiencias puede no ser universal…
Según la definición anterior, estamos hablando de “experiencias”, y más en concreto, experiencias rítmicas. La música muchas veces nos lleva precisamente al movimiento, intencionado o no. Precisamente eso, nos lleva al tema central del articulo de hoy, es que estamos hablando de un elemento que va más allá de la técnica, la teoría o la simple definición.
El origen del termino
Sería en a principios de los años 30´, donde encontramos las primeras menciones a la palabra como sinónimo de “música rítmica”, música tocada de manera coordinada y “ajustada”.
“In the groove at the groove”, tema de la orquesta de Chick Webb.
Eventualmente con el apogeo de nuevos estilos en décadas posteriores ,el concepto tomaría más relevancia para denominar precisamente una “manera” de hacer sonar algo.
Seguro que “groovea” este tema ¿no?
El groove más allá del groove
Entonces el groove es una experiencia ¿no? Creo que es más complicado…
Cuando hablamos de estilos musicales, nos encontramos con que cada uno tiene una sensación distinta, una “intención”, cierta identidad, no solo musical, también cultural, e incluso a veces hasta ideológica y étnica. Me parece que el groove es aquello que mezcla todas esas cosas para construir la experiencia de la que hablamos al principio; misma que va ligada no solo a la precisión rítmica que debe tener el interprete, ni al conocimiento teórico de un estilo en particular. Se trata de un “sentir”, un comprender de la naturaleza de la música en sí. La cumbia no se siente igual que un vals, no se experimenta de la misma forma, al final si los dos se pueden bailar es una cualidad que asemeja ambos estilos, pero en su concepción representan mundos diferentes, asociados a cosas y contextos distintos: Es tarea del músico volver la música trascendental rítmicamente, hacerla sentir y ser “coherente” con lo que plantea la misma. Si la cumbia no te hacer bailar, no tiene groove, pierde propósito. No basta tocar solo un patrón rirmico, se trata de volverse una amalgama de movimiento, conocimiento sorpresa y “tradición”.
Resulta interesante plantearse toda esta naturaleza invisible y rítmica ,y si bien es algo que se puede entender, no hay una “teoría” del groove, es uno de esos elementos casi místicos de la música que me fascinan tanto, que pesan mucho a la hora de crear y armar el rompecabezas musical. Es que podríamos encontrar una definición exacta pero ¿sería suficiente para tocar con groove? Diría que es algo así como una receta secreta, un día descubres que no hay realmente un “ingrediente mágico”. Entonces te preguntas: ¿Cuál es el verdadero secreto?
”Debe ser el amor…”