La posibilidad de grabar música fue un cambio de paradigma en diversos aspectos de la industria. La importancia del ingeniero de audio y la mezcla para lograr un resultado de calidad se hicieron aún más importantes, sin embargo en la joven historia de esta ciencia han ocurrido eventos muy interesantes, y de uno ellos lo conoceremos hoy.
¿De qué estamos hablando?
Para entender el tema en cuestión debemos conocer a que nos referimos cuando hablamos de mezcla y masterización:
🎛️ Mezcla: Se equilibran los sonidos ajustando volumen, posición (izquierda/derecha), ecualización y efectos para que todo suene claro y armonioso.
🔊 Masterización: Se optimiza el volumen, las frecuencias y la calidad general para que la canción suene bien en cualquier dispositivo y esté lista para su distribución.
Con esto dicho, entendemos que la mezcla y la masterización son parte esencial de producir un tema musical, mismos que pueden ayudar a potenciarlo, o en su defecto arruinarlo.
Un arte joven
En 1955 la empresa Ampex lanzó al mercado la primera maquina capaz de grabar en multitrack. eventualmente en 1957 se inventaría la imagen de audio estéreo, misma que ofrecería un nuevo universo de posibilidades a la hora de mezcla y masterizar.
La imagen estéreo es la percepción de espacio y profundidad en una grabación de audio creada mediante la separación de sonidos en dos canales (izquierdo y derecho). Esto permite que los instrumentos y voces se escuchen en diferentes posiciones dentro del campo sonoro, generando una sensación más natural e inmersiva.
Con la llegada del audio digital ( recomiendo leer un articulo que hice al respecto por aquí) vinieron más cambios y posibilidades. El nacimiento de las primeras DAW (Estación digital de audio por su siglas en ingles) vinieron a facilitar mucho el trabajo así como cambiar una vez más las formas y los cánones de un negocio siempre cambiante.
Obsesión por el volumen
Con la competencia constante dentro de la industria llegaríamos a un punto en el que surgiría un “conflicto sonoro”, evento que ocurrió en el transcurso de varias décadas, e incluso sigue vigente en el presente; me refiero a las “loudness wars”. Las discográficas empezaron a competir para sonar más fuerte, suceso que en principio no parece gran cosa, pero atentaba en muchas ocasiones contra la manera orgánica en la que cientos de artistas grababan su música, comprimiendo en extremo y matando el rango dinámico.
Por supuesto que hay, y siguen existiendo detractores de está practica, el problema radica en que muchas veces ese tipo de decisiones no son un tema creativo, sino que es un tema de mercado, decisiones tomadas por gente que no necesariamente sabe de música
Vuelta de pagina
Más allá de las practicas cuestionables en las que nos llegamos a envolver como artistas sin querer o queriendo, es importante entender de donde vienen ciertas tendencias, si es posible sacarles partido de alguna forma, pero evitar que lo plástico se apodere de nuestra música. A la hora de crear, estar consciente de todo lo que conlleva esa misma experiencia. El arte de la mezcla y todo lo que implica es un proceso que hay que tomar muy seriamente, y definitivamente, nada en exceso termina sumando.