El mundo avanza a una velocidad vertiginosa, la música como todo arte es un ente en constante cambio. La internet vino a cambiar mucho de nuestro cotidiano; nuestra manera de relacionarnos y particularmente: la manera en como nos conectamos con los “sonidos” de toda la vida. Hoy más que nunca en una época donde hay demasiada información, puede resultar abrumador toparse con tanto contenido. La modernidad nos regala herramientas esplendidas, pero a su vez, nos trae también algunos problemas “nuevos”. En el articulo presente me gustaría hacer algunas reflexiones sobre el entorno que como músicos experimentamos, conclusiones personales y opiniones en las que podemos coincidir, o no.
No es solo renovarse o morir
Una sociedad en constante cambio demanda adaptarse (si así lo deseamos). A través del tiempo la industria musical ha evolucionado tremendamente, hoy el trabajo del artista no se limita solo a su quehacer musical: abarca conceptos de marketing, edición de video, conocimiento del medio, etc. Variedad de habilidades que tienen como meta generar notoriedad e impulsar el trabajo del artista mismo. Cambio considerable si tomamos en cuenta que hasta hace algunas décadas era muy difícil para un artista “pequeño” dar difusión de su trabajo. El hecho es que, irónicamente, eso implica un artista multidisciplinario. Que para bien o para mal muchas veces termina haciendo de su música rehén de los intereses de la industria. El artista se vuelve simple peón, teniendo que seguir una “serie de pasos” si es que desea el “éxito”. Hoy parece que la única manera de figurar es básicamente “hacer lo que todos hacen”. Hablamos de un presente que nos permite conocer una infinidad de propuestas nuevas, sin embargo y como siempre ha ocurrido, el marketing y la publicidad se encargan de figurar a aquellos que resultan una “buena inversión”. La música independiente ha tenido un auge considerable debido precisamente al cambio de paradigma musical en los últimos 20 años, pero a su vez, también hablamos de un negocio en el que cada vez menos se apuesta por el artista. Es el “yo” del artista contra el mundo
Identidad y frivolidad
Sucede que, (y esto por supuesto que es una opinión personal), los artistas empiezan a preocuparse menos por su música “en sí”. Y me parece “normal”… si tomamos en cuenta que actualmente la música pasa a segundo plano (o tercero) en un medio superficial donde predomina una imagen (muchas veces falsa), y no es como que nunca haya pasado esto, ¿pero si quitamos la imagen que nos queda?, ¿es un “discurso” musical valido, valioso? En redes sociales surge una necesidad de generar contenido que se vuelve enfermiza. Mismas redes que como herramienta, deberían quedarse en ese papel, no tratar de reducir el rol del artista al de un bufón que exclama atención de un publico muchas veces indiferente, buscando el mero “entretenimiento”. No es que el artista no deba entretener, pero hay una variedad de expresiones posibles no solo la del entretenimiento. Desde mi punto de vista debe apelarse a la identidad y a la autenticidad de la misma música. Después de todo a lo largo de la historia esa ha sido la carta del triunfo, el ser original, por encima incluso de la rebeldía y la naturaleza transgresora de los jóvenes de cada generación.
La IA y el pánico
Hace algunos meses escribí un articulo relacionado a las inteligencias artificiales.
En el mismo, menciono, entre otras cosas que la labor de artista es siempre trascender la creatividad. El músico no debería de obsesionarse por competir con una maquina, o con su semejante, su primera tarea es crear. ¿A que se debe ese miedo por la tecnología? Más allá de la idea de sentirnos reemplazados (y con razón), me parece que ese sentir radica en nuestra incapacidad para aceptar el cambio, incluso desde nuestra creatividad. porque, “¿qué sentido tiene hacer la música que hago si de repente es sumamente fácil de replicar?”. Pero después de todo, ¿por qué hacemos la música que hacemos? Y es que pocos músicos terminan siendo vigentes con los años, a veces el tiempo derrumba la creatividad, porque no se trata de magia, creo que se trata de una labor.
No importa a donde vamos, sino en donde estamos
Insisto entonces en que la música debe de luchar para salvarse a sí misma, con nosotros como amantes de nuestro trabajo como estandarte. Vivimos tiempos complejos para el artista, es importante no banalizar lo que nos representa. Me parece un error arrancarle la libertad, arrancarle la capacidad de ser una experiencia en sí misma y solo dar la connotación de “producto” a nuestro arte . Porque es cierto que al final del día todos deseamos hacer nuestra música rentable. ¿pero a costa de qué? ¿realmente nuestra música es honesta? ¿Eso importa? Más allá de pensar en el futuro, pensemos en que hacemos ahora mismo… Y si esperamos que algo cambie, el mejor momento para actuar es el presente.