¿Cómo definimos una obra de arte? ¿Cómo le damos “valor”? Todas esas preguntas han sido motivo de debate por mucho tiempo, pero... ¿Y si la obra no tiene ningún contenido? Si la creación está hecha para estar “vacía”, ¿si todo contenido es una manifestación metafísica? A mi me resulta absurdo medir el arte, creo que el mismo, no conoce límites, nos trasciende en lo individual y colectivo, seamos amantes de la estética o vanguardistas de primera. Hoy quiero que conozcamos a John Cage y a su controvertida y emblemática pieza “4'33”.
El hombre...
John Milton Cage, Jr. Nace el 5 de septiembre de 1912, en Los Ángeles California. De padre inventor y madre escritora. Sería el atrevimiento creativo de su padre gran influencia en su quehacer artístico. En su primera juventud Cage deseaba ser escritor, idea que abandonaría para dedicarse a la música, no obstante sería un artista multidisciplinario interesado sobre todo en la danza y la pintura. Amante de la improvisación y a su vez, se dice que sus primeras composiciones estaban basadas en fórmulas matemáticas complejas. A lo largo de su vida experimento diversas formas de composición, en la que también se veía reflejado el misticismo, la filosofía oriental y el azar mismo.
El celebre compositor Arnold Schoenberg describiría a su ex-alumno como un inventor más que como un compositor. Curiosamente sería con su maestro con quien intercambiaría estas celebres palabras:
“Te encontrarás con un muro que no te será posible traspasar”, a lo que Cage contestó: “Entonces pasaré mi vida golpeándome la cabeza contra ese muro”.
El silencio no existe
John Cage era también un pensador inquieto, a lo largo de su vida escribió múltiples ensayos sobre sobre sus ideas y conceptos sobre la música. La concepción de “4'33”, fue la “culminación” de todo un proceso que el compositor vivió a través de sus años de experimentación con el sonido, pero sobre todo, en su “descubrimiento” del silencio.
Las primeras obras del compositor tenían raíces más tradicionales.
A primera vista pensar en una obra musical en la que no hay nada que “escuchar”, resulta irónico, de mal gusto, ¿una broma?, ¿absurdo quizá? Para Cage el silencio no era más que un espacio donde cualquier sonido era capaz de ingresar de manera aleatoria.
“4'33” es una pieza en la que el intérprete, haciendo honor al título, se mantiene durante cuatro minutos y medio en silencio, sin tocar deliberadamente nada. Silencio que desnuda la técnica, los oídos; nuestras pretensiones y percepciones. Silencio que resulta contradictorio al descubrir todo sonido que puede resultar en un instante. ¿Será que realmente hay silencio total?
Repercusión
Es evidente que la pieza tuvo un fuerte impacto para artistas de múltiples disciplinas, tanto para compositores de vanguardia como de música popular. No solo se trataba del contenido filosófico, conceptual o espiritual, era darle “voz” al silencio, que a pesar de ser un elemento obvio y “común” dentro de la cosmogonía musical, no fue hasta que John puso sobre la mesa “el sonido del silencio” ,que el mundo volteo a ver con asombro, repudio y emociones diversas, la idea de aquello que…. “está y no está”. Todo ese contexto sitúa la obra como angular en la “música” del siglo xx.
Reflexiones
No deja de ser controvertido, hay muchas opiniones respecto al significado o no-significado del tema en cuestión. Es valido analizar cada perspectiva con los oídos abiertos y la mente fresca, pero, lo que nunca dejará de sorprender es nuestra capacidad para crear y reinventarnos, incluso con los conceptos más simples, y más allá de lo que pueda resultar en nuestra experiencia el vivir en carne propia “4'33”, no dejan de ser fascinantes las formas en las que las ideas pueden culminar, el arte de lo insonoro, el apreciar el azar del sonido y volver al estado natural de lo cotidiano, donde el ruido y el silencio se encuentran en una lucha constante.
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Fuentes:
4’33’’ Análisis estructural del silencio
4′33″ La nada es algo.
Lo que el silencio enseñó a John Cage: la historia de 4’33’’
John Cage