En La cultura del diseño, Guy Julier nos ofrece una reflexión profunda sobre el diseño como algo mucho más que una mera herramienta estética o funcional. A lo largo de este libro, Julier nos invita a mirar el diseño desde una perspectiva crítica y cultural, analizando cómo impacta, define y moldea nuestra vida cotidiana, las identidades colectivas y las relaciones de poder. Lejos de centrarse solo en la creación de objetos, el autor coloca al diseño en el centro de una conversación más amplia sobre los valores, las ideologías y los movimientos sociales.
El texto explora cómo el diseño, desde su apariencia más simple hasta su función más compleja, tiene un poder significativo en la construcción de significados dentro de la sociedad. Según Julier, el diseño no solo responde a necesidades técnicas, sino que también está involucrado en la creación de experiencias, en el consumo de productos y, lo más importante, en la forma en que nos relacionamos con los objetos que nos rodean. Cada diseño, cada producto, lleva consigo un mensaje sobre lo que es importante, lo que es valorado, lo que se consume y lo que se descarta.
A lo largo de La cultura del diseño, el autor examina cómo el diseño ha sido absorbido por la lógica del mercado y cómo, a menudo, se convierte en un motor de consumo y de tendencias más que en un vehículo de cambio social. Este aspecto, que Julier no duda en criticar, nos lleva a pensar sobre las dinámicas de poder que se esconden tras los objetos que consumimos: qué intereses están en juego y cómo el diseño influye en lo que deseamos, necesitamos o creemos necesitar. A pesar de esta crítica, también resalta las posibilidades que el diseño tiene para ser una fuerza positiva, como lo demuestra la creciente preocupación por la sostenibilidad y la responsabilidad ética en el ámbito del diseño.
Otro aspecto fascinante de la obra es la reflexión sobre la relación entre diseño y poder. Julier nos invita a pensar en los diseñadores no solo como trabajadores de la estética, sino como agentes activos que participan en la creación de una cultura material que refleja y reproduce determinadas estructuras sociales. Los diseñadores, según Julier, tienen la capacidad de reforzar, pero también de desafiar, las normas de poder que definen nuestras sociedades. Esta es una invitación a pensar sobre la ética del diseño y la responsabilidad que conlleva influir en el entorno cultural y social.
A lo largo del libro, Julier también aborda la globalización y la digitalización, que han transformado radicalmente el campo del diseño. Hoy, el diseño es un fenómeno global, presente en todos los aspectos de nuestra vida, desde la moda hasta el diseño de experiencias digitales. En un mundo interconectado, el diseño no solo responde a necesidades locales, sino que se expande y transforma constantemente, generando nuevas dinámicas, tanto culturales como económicas.
La cultura del diseño es un libro indispensable para quienes desean entender el diseño más allá de su faceta superficial. Julier nos invita a reflexionar sobre cómo el diseño influye en nuestra forma de vivir, pensar y consumir, y cómo tiene el poder de dar forma a las sociedades. Este libro no solo es una crítica al diseño tal como lo conocemos, sino una invitación a repensarlo y a reconocer su potencial para transformar el mundo en el que vivimos.
En definitiva, La cultura del diseño es una obra que nos permite mirar el diseño con otros ojos: no como una simple herramienta para crear objetos, sino como un fenómeno cultural, social y económico que tiene un profundo impacto en nuestras vidas.
Es interesante como esa creciente preocupación por el medio ambiente muchas veces se traduce en diseños que consumen más recursos, en lugar de menos.
Por ejemplo, podemos pensar en las estrategias más populares de lo que los medios denominan arquitectura sostenible. Paradójicamente, se asume que la solución al problema medioambiental tiene que ver con añadir cosas: más aislamiento, más capas de vidrio, más placas solares, más tecnología, más conductos, más monitorización…
De este modo, la sostenibilidad mediática nos incita a construir más, no menos. Prioriza intervenir y añadir cosas. Esto resulta en la construcción de edificios innecesarios o excesivamente grandes y complicados. También conduce al aumento de la artificialidad, colocando intermediarios innecesarios entre el ser humano y la naturaleza.
En realidad, lo que decidimos eliminar es más importante que lo que decidimos añadir. El edificio más sostenible es el que decidimos que no hace falta. El segundo es el que ya existe y decidimos reutilizar. El tercero es el que podemos reducir a la mitad de tamaño y conseguir el mismo objetivo.
Y así sucesivamente.