Soltar el control: cuando dejar ir es un acto de confianza
“Soltar no es rendirse. Es permitir que la vida también te sorprenda.”
¿Por qué hablar del control?
El control puede parecer una cualidad positiva: nos ayuda a planificar, prevenir errores y mantener cierta estabilidad. Sin embargo, cuando se convierte en una necesidad constante, nos aleja del presente, genera ansiedad y nos deja atrapados en un ciclo de exigencia y rigidez.
En este artículo quiero hablarte sobre qué es el control, cómo afecta nuestros pensamientos y emociones, y los beneficios de soltarlo. Pero sobre todo, quiero compartir parte de mi proceso personal con este tema, ya que —honestamente— he sido una persona muy controladora gran parte de mi vida.
Desde una perspectiva psicológica, la necesidad de controlar está profundamente ligada al miedo: miedo a lo inesperado, al rechazo, al fracaso o al dolor. El control busca darnos la ilusión de seguridad, como si pudiéramos anticiparnos a todo. Pero al querer asegurarnos de que nada se salga del guion, nos perdemos la posibilidad de vivir el momento presente con autenticidad y apertura.
Cuando intentamos controlar todo, la mente entra en una especie de “modo alerta”: pensamientos repetitivos, anticipatorios y muchas veces catastróficos. El descanso mental desaparece. Nos volvemos hiper exigentes, desconectados del cuerpo, e incapaces de disfrutar del presente. Todo lo que no podemos predecir se percibe como una amenaza.
Mi experiencia: soltar como práctica cotidiana
Soltar el control no ha sido algo que sucedió de un día para otro. Me ha tomado meses de práctica, paciencia y mucha autocompasión. En este camino, me he apoyado en afirmaciones, momentos de silencio y ejercicios de introspección.
Una de mis afirmaciones favoritas es:
“Confío en que todo ocurre a su tiempo y a mi favor.”
Y una pregunta que me ha acompañado mucho es:
“¿Qué parte de mí necesita tener el control y qué está intentando proteger?”
Con el tiempo, comprendí que el control no era fuerza, sino defensa. Y que soltar no es dejar de responsabilizarme, sino abrirme a una forma más amorosa y fluida de vivir.
Beneficios de soltar el control
A medida que fui soltando, noté cambios muy significativos:
- Mi ansiedad disminuyó.
- Mi mente se volvió más silenciosa.
- Mis relaciones se volvieron más auténticas.
- Me volví más compasiva conmigo misma.
- Aprendí a confiar incluso en lo que no entiendo.
Claves prácticas para empezar a soltar
- Observa tus pensamientos cuando sientas que necesitas controlar algo.
- Identifica si esa necesidad nace del miedo o de la confianza.
- Utiliza afirmaciones que te ayuden a regresar al presente.
- Recuerda: no todo depende de ti, y eso también es libertad.
- Practica la pausa: respira antes de reaccionar, suelta antes de anticipar.
Soltar como camino espiritual y emocional
Soltar es, en esencia, un acto de confianza profunda.
Confiar en ti, en los demás, y en la vida misma.
A veces, lo más valiente no es resistir... sino abrir las manos y dejar ir.
❤️